Por eso muchas antiguas colonias, que en los años cincuenta y setenta se situaban como «países en vías de desarrollo», se apresuraron a conseguir su propio automóvil «nacional», demostrando a sus recientes soberanos que pueden existir y desarrollarse perfectamente sin su tutela. De cara al futuro, hay que decir que, en la inmensa mayoría de los casos, la creación de un automóvil propio en muchos países acabó, si no en un completo fiasco, sí claramente con el resultado que esperaban -basta recordar automóviles como el Ramsés egipcio y el Nyayo Pioneer keniano-. Y el primer coche indio fue el Hindustan Ambassador, es decir, una copia autorizada del Morris Oxford británico. La misma historia se repitió en Irán, donde en 1967 comenzó la producción de la berlina Paykan, que en sus inicios era el Roots Arrow británico.
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