A mediados del siglo XX, tras el colapso del sistema colonial, muchos países recién formados trataron de demostrar su independencia de todas las formas posibles, no con palabras, sino con hechos, creando un sistema de administración estatal, fuerzas armadas, su propio sistema financiero, y luego tratando de alejarse de la dependencia económica de los países industrializados – los amos de ayer. Ya a principios de siglo se sabía que una muy buena locomotora de la economía es la industria automovilística, cuyo desarrollo arrastra consigo a otras industrias. No es ningún secreto que gracias a la industria automovilística países como Estados Unidos, Japón, Alemania, Gran Bretaña, Francia y, más tarde, Corea del Sur se convirtieron en líderes industriales mundiales. Y la China moderna también debe gran parte de su éxito al desarrollo de la industria automovilística.
Publicidad