Los empleados de la empresa afrontaron con éxito la tarea, y en 1989 se fabricaron 35.000 filtros micronAir, y en 1993 se vendieron 3,6 millones de filtros. Sin embargo, todo esto no ocurrió espontáneamente, en un solo momento. En los años anteriores, varios fabricantes de medios filtrantes intentaron ofrecer soluciones para los automóviles de la clase superior. Sin embargo, todas ellas, en realidad, eran variantes artesanales, que se intentaban instalar en sistemas de ventilación no adaptados para este fin. Sólo en el nuevo modelo de la Clase S de Mercedes se diseñó inicialmente todo con vistas a la instalación de elementos filtrantes.
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Tras la exitosa experiencia, los fabricantes de materiales filtrantes no se detuvieron ahí, y a mediados de los años 90 en las líneas de productos ya aparecían filtros con carbón activado. Al principio, diferentes empresas se limitaban a fabricar una pequeña caja de espuma alrededor del cartucho filtrante, que se cubría con un absorbente. Pero el rendimiento de tales variantes era muy pobre. Una vez más, Freudenberg demostró ser pionera en nuevas tecnologías: los ingenieros de la empresa decidieron integrar fibras de carbón activado en el material de base. De ahí surgió el segundo nombre de este tipo de filtros: filtros combinados.